Pincelada es la huella de materia pictórica (óleo, temple, fresco, acuarela, acrílico, etc.) que deja el pincel (o el instrumento utilizado para tal función) sobre el soporte pictórico (lienzo, tabla, muro, etc.) o sobre la superficie pictórica previamente constituida (retoques,[1] veladuras, pentimenti, repintados,[2] etc.) Es reflejo del gesto que realizó la mano del pintor, en forma de trazo o golpe,[3] y que resulta en un punto, línea o mancha. Al igual que en la escritura a mano, la pincelada responde a las características de la formación y la personalidad de su autor, es decir, de su escuela y estilo; así como a su voluntad expresiva.[4]
El análisis de la pincelada permite a los expertos atribuir una obra a un artista, ayudándose a veces con el uso de tecnologías como la luz rasante[5] o las radiografías;[6] y es imprescindible tenerlo en cuenta para la conservación y restauración.
Consiste en iluminar tangencialmente (ángulo entre 5º y 20º) la superficie de un objeto para poner en evidencia las irregularidades, deformaciones, textura, incisiones, pinceladas o levantamientos de la capa pictórica.